Me acunaste en tus veredas
y me diste la luz de tus mañanas,
el fresco olor de tu tierra
y la imponente paz de tus montañas.
Me acompaño tu sol en los caminos
en mis risas y juegos cuando niña,
sus rayos cobijaron con cariño
aquellos bellos años de mi vida.
Me bañaron tus aires
y en primavera te vestías de fiesta,
regalando el perfume de tus flores
y colores y trinos y belleza.
Contemplando tus lindos ocasos
cuando el dia es ya una sombra lejana,
alza el alma contenta su canto
de emocion y de gozo se inflama.
San Jose en el de arriba.
Guadalupe en el barrio de abajo.
Los patronos que siempre vigilan,
de su gente su andar, su trabajo
.
Aunque tus hijos, muchos, esten lejos,
por circunstancias, por no se, por lo que sea,
como agua clara, como fiel espejo,
se reflejan en ti, y te recuerdan.
Y añoran el estanque que te adorna,
los floridos jardines de tus casas,
tus montes que de verde se almidonan
cuando la lluvia canta.
Tus milpas que se mecen orgullosas
bajo una calma inmensa,
y recuerdan las sombras que frondosas,
tus arboles proyectan.
Es tu gente una raza muy noble,
que aunque lejos camine y dispersa,
hay un algo que a todos nos une,
es nacer y crecer en tu tierra.
Tepozanénces todos...
En mi humilde homenaje, sencillo,
en versos y palabras, a mi modo,
le dejo a El Tepozán mi gran cariño.